Leonardo de Leslia

El hombre de la cabaña nos explicó que aquellos eran sus bosques y las criaturas fueron creadas por su hija, Amanda. Los árboles eran espíritus de Leslianos olvidados y las flores corazones apagados por los años. Nos habló de el castillo de Leslia, de dónde fue desterrado por su hermanastro que ha sido maldecido por Leonardo toda su vida. Con su clima veraniego y sus ríos templados era la zona más rica en recursos, pues su soberano y usurpador, Julienne había desviado los cauces de los ríos y trasladado una parte de cada zona a su dominio. Leonardo mantenía el bosque con su debilitada magia y algo de esperanza. Dijo que el lugar donde estaba la cabaña era el centro de el mundo de Leslia dónde más fuerte se hacía su poder y más criaturas de su hija residían. Aquél era un lugar seguro. Habló de las Antícanas aves protectoras del reino, que solían volar alrededor de las torrres más altas de el castillo. Explicó que ellas son las que guardan los recuerdos de los árboles y las plantas y ayudan a mantener viva la tierra. Nos acogió de ese modo tan hospitalario porque habíamos sido traídas por las Antícanas. Nuestra presencia trajo una gran fuente de poder a la cabaña. Nos dijo que hacía unos pocos días se oyó una gran explosión y la zona invernal se iluminó más aún que la de verano. Noté el cariño que despedía de sí mismo el propio Leonardo y, de algún modo, algo dentro de mí cambió.