Y qué más da...

Apoyo mi codo en la mesa y pongo sobre mi mano mi cabeza. La frente queda bajo presión y los dedos se entrelazan con los mechones de pelo de mi flequillo. Cierro los ojos, mis pensamientos ladean mi cabeza. La jaqueca, ayuda al mareo a empujarme a morderme los labios. Arrugo mi nariz, cojo aire. Duele. Debería dormir mejor. Y cerrar con llave la cocina, porque ya no sólo como fruta suelta, sino pan y chaca también. Y lo que pillo. Me duele mucho la cabeza. Tal vez debería irme a dormir ya. Pero me cuesta tanto... De todas formas, no sirve para nada lamentarme, cada uno tiene sus problemas y mucho peores. Y que me queje yo, tiene delito. Aunque la tristeza, se ha convertido en una epidemia, y todo el mundo a quedado decepcionado, frustrado, maltratado, arruinado o simplemente triste. Así que si todos están mal, no me voy a quejar. Aunque me duela la cabeza. Me he de ir, ya escribo cuando se me pase. Buenas noches, Shaisha.