El despertar

Cuando un fino rayo de luz alcanzó mis ojos, desperté en el suelo mojado. Mis vaqueros pesaban más de lo normal y al levantarme salpiqué a Liam levemente. Di un rodeo a su cuerpo medio desnudo y me agaché para despertarle con un susurro. "Abre los ojos, mi protector". Suavemente el pequeño aleteo de sus párpados, despertó la sonrisa de sus labios a la cual respondí con un beso. Se levantó, salpicando algo más, pues yo había dormido sobre su pecho. Através de las ventanas se podía ver un embriagador amanecer de un rojo intenso. El sol se había contagiado de calor, aunque el valle siguiese helado. Yo me había levantado y permanecía de pies con las manos en el cristal. Nos debíamos ir, pero sin volver en nuestros pasos. El lobo nos inspiró miedo pero parecía tan manso que al recordarlo sólo quedaba suspirar y agradecer que nos trajera allí. Salimos de áquella dorada habitación y nos encontramos en un nuevo entorno. era un prado mojado por el rocio y la escarcha derretida. Al salir el sol secaba mi pelo y la suave brisa lo mecía cómo se mece una cuna. Liam cerró el portón y señaló a un bosque de árboles verdes como los saltamontes y espesos como nubes en un atardecer lluvioso que se abría ante nosotros. Yo decicí no precipitarme y miré hacia el lugar de donde habíamos salido. Quedé tan impresionada que no pude moverme en unos minutos. Era un inmenso castillo construido sobre una montaña de roca de la que no veíamos la parte trasera. A su lado el acantilado de hielo que desde dentro parecía un valle y a su alrededor un inmenso horizonte de colores frágiles, que parecían romperse cuando quedabas inútilmente inmóvil mirándolo y llorabas por no saber alcanzarlo. Algo me hizo despertar y junto con Liam entré en el bosque de árboles, alejándome de áquel paraíso helado.
Continuará Shaisha...