29 mayo 2008

La extranjera

¿Estoy aprendiendo a ser yo, o enseñando? Dice una canción que quien no tiene talento enseña, y pienso yo que, puede que después de todo no sea tan especial como persona. Al final todos somos iguales (más o menos) y precisamente no me caracterizo por talento. Todo lo que me quiero y me valoro, cada día parece tener menos sentido, y aunque existan personas que lucharían por decirme "no pienses así, boba" poco a poco van perdidendo veracidad. En cualquier caso, me gusta ser llamada intuitiva y sensible, considerarme a mí misma una extranjera que está de paso. Me gusta considerar la multitud como un inmenso mar por el que nadar, una mezcla homogénea en la que no incluirme. Pero tengo miedo a ahogarme y me vuelvo a encontrar a la deriva, tragando un agua que no me merezco. Voy adaptándome, porque aunque me guste no ser parte de esa masa uniforme, no fue mi elección. Y cada vez que me siento excluída o segregada, sin haberlo decidido yo previamente, me encuentro más impermeable. Y ser impermeable, amigos míos, es lo peor que me puede pasar, porque soy un maldito animal social y necesito beber de la gente. ¡Hay que ver qué de humedad!
Buenas noches, Shaisha.
P.D.: No es del todo bueno que escriba en el blog, mucha gente sabe que lo hago, más que nada, cuando me siento mal. En fin.

25 mayo 2008

So heavy

I try to fly away but it's impossible
And every breath I take gives birth to deeper sighs
And for a moment I am weak
So it's hard for me to speak
Even though we're underneath the same blue sky

If I could paint a picture of this melody
It would be a violin without its strings
And the canvas in my mind
Sings the songs I left behind
Like pretty flowers and a sunset

Tantas cosas que decir y son tan pocas las que puedo expresar. Y no es porque no quiera, sino porque no encuentro la forma. Cada vez me pierdo más en callejones sin salida. Y cada día tengo menos esperanza, y desisto de luchar porque me veo incapaz. Salgo a la calle y me mareo, una pequeña subida de voz puede abatirme y cuando trato de olvidarlo, me alegro y alegro a los demás... pero después me doy cuenta de lo incómoda que me he sentido por no serlo realmente. El problema está en que cada vez soy más apática, porque soy incapaz de comprender que la gente no vive para la gente. Y existen dos respuestas al respecto: "El mundo es así, acéptalo" y "No es para tanto". Pero yo sigo a la deriva, sin rumbo y abatida, y poco a poco me voy debilitando y la esperanza se va marchitando. Parece que esto nunca se acabará por más que me digan que ya se me pasará. Llamadme víctima o exagerada, pero hasta una tontería puede derivar en una gran condena, y sino mirad a la montaña que se creó a partir de un granito de arena.
Buenas noches, Shaisha.

03 mayo 2008

Más allá de lo real

Sumida en un profundo sueño, despierta encadenada a su cama en un mundo de cristal. Forcejea para aflojar los eslabones, lazos que le oprimen pero que, a su vez, le mantienen cuerda. El sueño es la agonía de su realidad que, al morir, le hará despertar en su propia fantasía. Cada día vive dos vidas, complementarias y contrarias. Cada Luna, vive para sus instintos, para saciar su sed de libertad. Una libertad de locos que le obliga a deshilachar los lazos que le permiten volver a despertar cada día, poco a poco desgastados.
Camina atada a los lazos, siendo estos su Hilo de Ariadna, y se pierde en su castillo, sale a su jardín. Cual niña, se acerca a oler las flores, pero en un instante pierde la atención, pues un impulso invade su cuerpo convulsionándola, haciendo que su corazón lata artificialmente rápido. Desfallece, pero sus instintos le empujan a correr para atravesar tierras prohibidas. Desfallece, sí, pero sonríe. Cierra los ojos y camina, galopa a cuatro patas como si de una minina se tratase. Maúlla y respira, sosegada y satisfecha.
De nuevo se retuerce su cuerpo, le duele apenas respirar y siente que una plástica tristeza se dibuja en su expresión. Trata de sonreír, pero le duele. Asustada huye, mientras su tamaño va disminuyendo. Del tamaño de una brizna, grita para ser oída. Ya echa de menos el sentir el cielo abrirse ante ella, la hierba que acariciaba sus palmas y acariciar con su melena el aire, pues el aire le abraza a ella. Pero no tiene más salida que volver, pues su hilo de oro intenta devolverla a la cama para despertar del sueño imposible.
No debe ir más allá, no puede ir más allá... Y despierta sobresaltada para vivir su vida de nuevo.

Dulces sueños, Shaisha.